sábado, 23 de agosto de 2014

Decisiones

A principios de enero de este año hice el segundo curso de meditación Vipassana. Altamente recomendable para los que gustan de estar solos y para los que tienen miedo de estarlo.

Llevaba los últimos 3 años habiendo limitado el consumo de productos de derivados animales (lácteos y huevos). Sólo usaba manteca para hacer ghee (que ni siquiera usaba para comer, sino que la usaba para hacer velas o prender fuego).
En el Vipassana me tocó escuchar el momento en el que se producía un destete. El ternero lloró con los gritos del terror. Y es increíble, pero el miedo trasciende especies. Su mamá mostraba los gritos de un alma desgarrada. Tenía las ubres llenas de leche para su hijo, pero su hijo no estaba más, lo llamó.

Y lo volvió a llamar, de manera incansable durante los 10 días que duró el curso. Probablemente siguió llamándolo, yo agradecí no escucharlo más.
Con el curso terminado y muchas fichas sobre mí misma en su lugar  decidí: No puedo volver a ser parte de esta cadena de sufrimiento, por lo menos no conscientemente.

Como vegetariana miraba al vegano como un extremista. No me gusta la etiqueta "vegana", hay veganos fundamentalistas que me cagaron el término. No era una asesina siendo vegetariana, era una inconsciente. No es una buena idea andar por la vida castigando la ignorancia, por la sencilla razón de que todos somos ignorantes de diferentes cosas. Todavía me cuesta usar el término.

Al volver y resolver quitar los derivados animales de mis hábitos de consumo opté por sacar también el gluten. Con la idea de que es lo que va a hacer que la tiroiditis de Hashimoto ya no esté. 


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